Iker es un apasionado del deporte. Dos veces por semana juega al fútbol con sus compañeros de la universidad y aprovechan para participar en apuestas deportivas. No pierde la oportunidad de apostar en la porra deportiva de la máquina que han puesto en el bar que hay debajo de su casa; todavía no ha ganado gran cosa, pero no pierde la ilusión. Eso sí, conoce bien las reglas de los juegos en los que apuesta y no permite que éstos ocupen el tiempo que dedica a otras actividades.